lunes, 22 de marzo de 2010

A LAS FABRICAS LAS DESTRUYERON DE ADENTRO

Pero de un día para otro todo cambio. La gran crisis empezó con la implementación del modelo económico Neoliberal a fines de la decada del setenta y que culmino con el Menemismo.

Nos envenenaron, primero metieron la plata dulce y trajeron la especulación. La idea de que se podía vivir sin trabajar. Con él empezó la destrucción de la industria argentina, la destrucción de la cultura del trabajo.

Fue un virus perverso que se nos metió en la sangre y nos fue contagiando a todos. Empezaron los viajes a Miami, a comprar todo por dos pesos, ya no importaba perder el trabajo porque con los intereses de la indemnización cualquiera podía vivír mejor. En las fabricas también se metió. Un día un contador demostró, que era mas negocio parar las maquinas y poner la plata a interés e importar, que seguir trabajando, y en los números tenia razón y muchos lo escucharon. La gente de fabrica empezó a tener cada vez menos importancia y la oficina de finanzas creció mas en las decisiones.

Se empezaron a cambiar las prioridades. El mantenimiento, la capacitación, el reequipamiento, el desarrollo de productos, no eran importantes. El negocio podía ser otro. Las oficinas empezaron a ser cada vez mas grandes y los laboratorios mas chicos.

Antes el progreso se veía. Eran las maquinas nuevas, era mas stocks de materia prima, mas horas extras, dibujos nuevos, pero después todo empezó a ser cada vez mas abstracto.

La alternativa de cualquier fabrica de salir adelante siempre fueron mas o menos la misma. Diseñar cada vez mejores productos, mejorar el servicio, cuidar la calidad, tener vendedores que se pongan la camiseta, sacarle el mejor rendimiento a las herramientas, a las marcas y al oficio.

Después empezó a cambiar. Aparecieron bandadas de gurues, personeros de los bancos, sobrevolando a las empresas golpeadas por las crisis que ellos mismos habían creado. Ellos eran los representantes del nuevo mundo, de la nueva economía. Ellos eran el futuro. Nosotros los que todavía vivíamos de nuestro trabajo éramos reliquias del pasado.

Los bancos ya no confiaban en nosotros ni en nuestros proyectos, los nuevos bancos, los nuestros ya habían sido destruidos, limitados o corrompidos. A los nuevos ya no les importaban ni las ideas ni la trayectoria. Para ellos era un negocio mas confiable la especulación y el consumo. Los que queríamos comprar una maquina nos encontramos con todas las ventanillas cerradas.

En ellos confiaba el nuevo poder. Sin ellos estábamos condenados a cerrar. Ellos ofrecían protección. pero la protección no es gratis. Se metieron en todas partes. Cobraron honorarios exorbitantes. La formula que aplicaban era simple. El problema era el costo, los cursos de capacitación, los controles de calidad, el departamento de diseño, el trabajo bien remunerado, que habian sido la clave de nuestro exito, se empezaron a limitar, todo lo que no producía aquí y ahora no servia, y nos fueron ahogando de a poco.

Simultáneamente las oficinas se llenaron de asesores, auditores, financistas, lobbistas, que empezaron a drenar todo el futuro de la empresa. De a poco nos fueron enfrentando entre nosotros. El buen cliente que nos había ayudado a crecer durante años, se transformaba en el culpable de que nosotros no pudiéramos pagarle a los proveedores. Y así una alianza que nos había hecho crecer a todos durante décadas, por un cheque rebotado, se hacia pedazos.

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